Desde Washington (AFP)

El LIGO y el Virgo, los detectores de ondas gravitacionales que revolucionan la física

El LIGO en Estados Unidos y el Virgo en Europa son los potentes detectores de ondas gravitacionales que juntos, al capturar repetidamente estas ondulaciones del espacio-tiempo, revolucionan la física.

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Parte del brazo de 3 km de longitud del detector de ondas gravitacionales Virgo, ubicado cerca de Pisa, en Italia, el 9 de febrero de 2016 - AFP/AFP/Archivos
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El LIGO en Estados Unidos y el Virgo en Europa son los potentes detectores de ondas gravitacionales que juntos, al capturar repetidamente estas ondulaciones del espacio-tiempo, revolucionan la física.

El instrumento estadounidense LIGO (Laser Interferometer Gravitational-Wave Observatory), compuesto por dos instalaciones separadas, permitió en septiembre de 2015 la primera observación directa de estas ondas que Albert Einstein predijo en su teoría de la relatividad general.

El Virgo, ubicado cerca de Pisa en Italia, reactivó en agosto pasado su funcionamiento tras varios años de trabajos de mejoras y participa en la investigación.

Las cuatro primeras series de ondas gravitacionales detectadas resultaron de la fusión de agujeros negros que no emiten luz.

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El detector de ondas gravitacionales (AFP/AFP)

La quinta, anunciada el lunes y realizada por ambos instrumentos, fueron ondas gravitacionales producidas por la colisión de dos estrellas de neutrones, pequeños cuerpos celestes muy densos.

Tanto el LIGO como el Virgo están compuestos por interferómetros láser, que permiten mediciones extremadamente precisas aprovechando las interferencias de las ondas y las propiedades de la luz.

Estos interferómetros gigantes ultra sensibles consisten en dos brazos perpendiculares, unos túneles de varios kilómetros de largo -4 kilómetros el LIGO y 3 el Virgo- en los que circula un rayo láser que se refleja en cada extremo sobre espejos.

El rayo se separa en dos, cada uno de los cuales viajan varios kilómetros a través de los tubos al vacío perpendiculares entre sí.

Cuando golpean los espejos, estos haces rebotan y hacen el camino a la inversa, causando interferencia.

Al pasaje de una onda gravitacional, las longitudes recorridas por los dos rayos láser varían y el fenómeno de interferencia se modifica, lo que permite que sea detectado y medido.

Los equipos de LIGO y Virgo trabajan en estrecha colaboración.

Las dos instalaciones de LIGO están separadas por 4.000 kilómetros, una en Livingston, Luisiana, en el sur de Estados Unidos, y la otra en Hanford, en el estado de Washington, noroeste.

El LIGO, que implica a unos 1.200 científicos de todo el mundo, es financiado por la National Science Foundation (NFS) y dirigido por el Caltech y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT).

El Virgo fue construido hace un cuarto de siglo por el Centre national de la recherche scientifique (CNRS) en Francia y el Istituto Nazionale di Fisica Nucleare (INFN) en Italia. Reúne a más de 280 físicos, ingenieros y técnicos de 20 laboratorios europeos, incluidos seis en Francia, ocho en Italia y dos en Holanda.



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