Desde Kano (Nigeria) (AFP)

El aumento de muertes en Nigeria hace temer una expansión de la pandemia

El gran aumento del número de muertes inexplicables en el norte de Nigeria hace temer una fuerte propagación del nuevo coronavirus en esta región, una de las más pobres del mundo.

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Un paciente sospechoso de sufrir COVID-19 se somete a una prueba en el centro de aislamiento del Hospital Universitario de Maiduguri, en Nigeria, el 10 de mayo de 2020 - AFP/AFP
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El gran aumento del número de muertes inexplicables en el norte de Nigeria hace temer una fuerte propagación del nuevo coronavirus en esta región, una de las más pobres del mundo.

En el último mes, Kano, la ciudad más poblada del norte con casi 10 millones de habitantes, fue testigo de cientos de muertos, sobre todo de ancianos.

Al principio las autoridades lo atribuyeron a enfermedades como la diabetes, la hipertensión y el paludismo, pero los resultados de una misión oficial concluyeron que muchas estaban relacionadas con el coronavirus.

El martes el estado de Kano registraba oficialmente 666 infecciones y 32 muertes por la COVID-19. Es el segundo foco más grande de Nigeria después de Lagos, en el sur.

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Un camión repleto de pastores procedente de Zamfara y del estado nigeriano de Kano, epicentro del brote de coronavirus, se detiene antes de llegar a Lagos el 4 de mayo de 2020 (AFP/AFP)

El número de pruebas realizadas, especialmente en el norte, es insignificante. Además, en esta región esencialmente musulmana, las familias entierran a los difuntos unas horas después del fallecimiento, sin posibilidad de ser sometidos a una autopsia. Por lo tanto hay que conformarse con "autopsias verbales" preguntando qué síntomas tenían antes de morir.

Los focos de "muertes misteriosas" se multiplican en los estados vecinos: Jigawa, Yobe, y más recientemente en la ciudad de Azare, en el estado de Bauchi, a donde se envió un equipo de epidemiólogos después de la muerte de 110 personas, cuenta el jefe tradicional local, Mahmood Abdullahi.

- "Cuando Kano estornuda..." -

Kano, la gran capital del norte, es el centro neurálgico de toda la franja saheliana de Nigeria, el país más poblado de África con 200 millones de habitantes.

En el norte, las tasas de pobreza extrema (1,25 dólares por día según el Banco Mundial) rondan el 90% de la población en algunos estados como Sokoto o Jigawa, según las últimas cifras oficiales.

El comercio entre los estados es muy activo y la población se relaciona mucho entre sí.

"Cuando Kano estornuda, todo el Norte contrae la gripe", resume el doctor Ibrahim Musa, un médico local.

Por otro lado, miles de niños sin techo fueron devueltos en camiones a sus aldeas al comienzo del confinamiento, lo que hace temer que hayan propagado el coronavirus por todos los estados vecinos.

La llegada del nuevo coronavirus es un desafío adicional para los servicios de salud, que carecen de material y de personal.

"No podemos negar que la COVID-19 causa estragos en Kano y la región, pero las otras epidemias que precedieron a esta pandemia complican aún más las cosas", explica el doctor Ibrahim Musa.

Esta época del año, de abril a junio, suele ser la más cálida, o sea la más propicia para la propagación de enfermedades presentes en la región, como el cólera, la fiebre tifoidea, la meningitis o el sarampión.

"Ya nos enfrentamos a múltiples epidemias, lo que explica el número de muertes", afirma Sadiq Wali, profesor de medicina en Kano.

- hospitales vacíos, mezquitas llenas -

Los hospitales han cerrado sus puertas a otros enfermos por temor a la propagación del coronavirus, y los trabajadores sanitarios, con pocos equipos de protección, se han mostrado reticentes a atender a los pacientes.

Binta Mohammed, una habitante de Kano, tuvo que "ver morir" a su marido de complicaciones de la diabetes.

"Los cuatro hospitales privados a los que lo llevamos se negaron a atenderlo por miedo a que tuviera el virus", dice.

El domingo, Abdullahi Umar Ganduje, gobernador de Kano, pidió a los hospitales privados que admitan y traten a los pacientes que sufran otras enfermedades y les distribuyó mascarillas y gel hidroalcohólico.

El estado de Kano sigue imponiendo medidas de confinamiento, pero en esta ciudad extremadamente pobre y densamente poblada, son imposibles de aplicar.

La vida continúa, casi con normalidad durante este período del Ramadán y los fieles prefieren encomendarse a Dios, ir a la mezquita a pesar de las prohibiciones.

"No se dan cuenta del terremoto que se avecina", zanja el doctor Musa.




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