Cosecha amarga del aceite de palma en Malasia por falta de mano de obra
La falta de mano de obra para recoger la cosecha de aceite de palma en Malasia provoca sinsabores entre los agricultores, con frutos demasiado maduros sin recoger u otros esparcidos por el suelo.
La falta de mano de obra para recoger la cosecha de aceite de palma en Malasia provoca sinsabores entre los agricultores, con frutos demasiado maduros sin recoger u otros esparcidos por el suelo.
El país del sudeste asiático es el segundo mayor productor de este aceite vegetal comestible, que se encuentra en multitud de productos diarios, desde el chocolate hasta los cosméticos.
Durante mucho tiempo, la dura cosecha dependía del trabajo de los migrantes procedentes de la vecina Indonesia, ante el desinterés de los malasios.
Los cierres de fronteras por el covid-19 redujeron de forma considerable la mano de obra disponible. Ahora, trámites burocráticos y las trabas de Indonesia para enviar trabajadores agravan los problemas.
"Mucha fruta se están pudriendo en los árboles", afirma a la AFP Suzaidee Rajan, de 47 años, propietario de una plantación de 120 hectáreas en Ijok, en el centro del país.
"Por lo general, tenemos dos cosechas al mes, pero por culpa de la falta de mano de obra, solo lo hacemos una vez al mes", explica Rajan.
"Nuestros ingresos se han desplomado y los vecinos están enojados", añade.
El aceite de palma es un controvertido producto ya que los ecologistas consideran que su cultivo masivo en Indonesia y Malasia (que suponen el 85% de la producción mundial), reducen la selva tropical.
Su rápida expansión acabó con los ecosistemas raros, explican los ecologistas.
Y, en varios estados, se denunciaron los malos tratos y abusos a los que se sometía a los trabajadores extranjeros.
No obstante, el sector, repartido entre grandes propietarios y pequeños agricultores como Rajan, tiene un peso importante en la economía malasia.
La asociación de propietarios agrícolas calcula que hacen falta unos 120.000 trabajadores.
- "Nubes en el horizonte" -
Otros sectores de la economía malasia, como la construcción y la manufactura, están sufriendo las consecuencias de la escasez de mano de obra.
Aunque las autoridades del país pusieron fin en febrero a la prohibición de contratación de extranjeros, la burocracia ralentiza la vuelta de estos trabajadores.
Indonesia, por su parte, congeló a principios de julio la salida de trabajadores nacionales.
Hermono, el embajador de Indonesia, afirma que su país tomó la decisión porque Malasia no cumplía los acuerdos de protección de los trabajadores indonesios.
En julio, la ministra al cargo de la agricultura, Zuraida Kamaruddin, afirmó que el sector perdió 2.350 millones de dólares en los primeros cinco meses del año porque no se cosechó el fruto del aceite de palma.
"Solo veo nubes en el horizonte si los trabajadores extranjeros no vuelven inmediatamente", dijo a la AFP Sahman Duriat, un agricultor de Ijok.
"Mis ingresos bajan mientras aumenta la inflación y el costo de los productos".
Para los trabajadores indonesios que se quedaron en Malasia, sin embargo, aún queda mucha cosecha por delante.
"Normalmente trabajamos en grupos de cinco. Ahora solo somos dos", cuenta Zan mientras corta el fruto de la palma.
"Con cinco personas cargamos 200 toneladas al mes, pero nosotros solo podemos cargar 80 ahora", añade.
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