Biografias

Eduardo López de Romaña y Alvizuri

Personaje perteneciente a la aristocracia peruana que realizó obras significativas en su natal Arequipa durante su cargo como gobernante de la república peruana.


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presidente eduardo lopez de romana


Eduardo López de Romaña nació el 19 de marzo de 1847 en Arequipa. Perteneció a una familia aristocrática de la región sur del Perú. Sus padres fueron Juan Manuel López de Romaña y Josefa Alvizuri de Bustamante. Estudió en el seminario de San Jerónimo en Arequipa y luego viajó a Inglaterra para ejercer sus estudios en el colegio Stonyhurt de Londres. Posteriormente, se matriculó en la sección de Ciencias Aplicadas del Colegio Real de Londres, en el cual se graduó de ingeniero civil en 1868.

Realizó sus prácticas diseñando puentes en la India, con lo cual ganó experiencia y prestigio. Posteriormente, fue incorporado, a los 25 años de edad, al Instituto de Ingenieros Civiles de la capital inglesa, en calidad de socio de número. Tuvo proyectos en Inglaterra y Brasil, aunque —en este último— quedó inconcluso.

En 1876, retornó al Perú, y se asentó en Arequipa. Fue un rico y poderoso propietario de haciendas en el valle de Tambo, siguiendo la tradición familiar. Contrajo nupcias con Josefa Castresana el 20 de marzo de 1877. De ese matrimonio, tuvo tres hijos: Eduardo, Carlos y Hortensia. Sin embargo, más adelante se casó con Julia Castresana, el 23 de diciembre de 1888. Con ella tuvo seis hijos: Juan, Luis, Catalina, Julia, Fernando y Francisco.

No cabe duda que él pertenecía a una oligarquía de exportadores y empresarios, conformada por cuarenta familias, poderosas e influyentes, con grandes intereses económicos y políticos. Este núcleo era conocido como los “veinticuatro amigos”, los cuales se organizaban y se reunían periódicamente en el Club Nacional para debatir y contradecir la política nacional. Estas familias más poderosas de la oligarquía tenían muchos intereses particulares: los Aspillaga en el azúcar, el algodón, la minería, la banca, los seguros y la construcción de navíos; y los Pardo en el azúcar, los seguros, la banca, los inmuebles y las manufacturas. Esta oligarquía estrechamente entrelazada, ligada a vínculos familiares y parentesco, era una “casta cerrada”. Precisamente, de este grupo sobresalieron dos personajes que ocuparon la presidencia por un total de 24 años (José Pardo y Augusto B. Leguía), e inclusive de este sector salieron ocho ministros, entre ellos cinco de Hacienda y tres presidentes del Senado. También, de este grupo, se obtenían presidentes en los restos de las viejas élites regionales, como Piérola y Eduardo López de Romaña.

Por otro lado, durante la Guerra con Chile, organizó la defensa del valle de Tambo. Es lógico que los hacendados formen tropas para enfrentar al enemigo, ya sea por un interés personal o nacional, aunque lo primero es lo que salta a la luz. Por tanto, ese hecho le valió para ostentar el grado de coronel y, más delante, para ocupar cargos públicos.

En 1897, fue alcalde de Arequipa. En su labor municipal, llegó a culminar el puente Grau y la construcción de Tingo. Una de sus obras de mayor trascendencia para su región es el agua potable de Yumina (Distrito de Sabandía). Para abastecer de agua a la ciudad de Arequipa, el Municipio Provincial tuvo que expropiar de la Cuenca a algunos manantiales llamados La Rinconada, Valdivia, La Aguada, El Tizal, La Banda y El Chital. De esa manera, el agua fue trasladada a base de cañerías de fierro, túneles y cantarillas.

Además, el ingeniero arequipeño, Eduardo López de Romaña, tres años antes de llegar al sillón presidencial, había sido encargado por los empresarios don Francisco La Rosa y don Francisco Velasco —fundadores de la Empresa Eléctrica de Arequipa— para coordinar la instalación de turbinas y generadores monofásicos para la construcción de la Central Hidroeléctrica de Charcani.

Asimismo, ejerció la presidencia de varias instituciones sociales y culturales de dicha ciudad. Fue diputado por Arequipa en 1895, inclusive llegó a ser vicepresidente de su cámara. Un año después a la elección legislativa, el presidente Nicolás de Piérola lo nombró ministro de Fomento. Ese Ministerio se encargaba de impulsar obras de irrigación, caminos viales, minería e industria. En 1897, fue elegido senador hasta 1899.

El proceso electoral de 1899 estuvo plagado de levantamientos en el sur y centro del país: Cerro de Pasco, Ancash y Huánuco estaban bajo el liderazgo de Augusto Durand, quien fue uno de los dirigentes que organizó a la población en contra del Gobierno. En esa coyuntura, Romaña salió elegido como único candidato.

Eduardo López de Romaña tenía 52 años cuando asumió el primer cargo de la nación y fue el primer presidente del Perú con la profesión de ingeniero. Dicha elección representó los intereses de una alianza tácita entre los demócratas y los civilistas. Por ello, fue conocido por sus seguidores como el “unificador de la honradez”; aunque González Prada —su más duro crítico— puso en duda dicho apelativo, principalmente por honradez y lo calificó irónicamente como “el representante de la comedia de la honradez sospechosa, ni sondea la clase de sentimientos que infunde en los hombres verdaderamente honrados”.

En su gestión, hubo casos de flagrante corrupción y fueron hechos públicos. El caso más sonado y documentado fue del empresario arequipeño Mariano A. Belaúnde, un miembro muy cercano al presidente López de Romaña. Este amigo había utilizado, en 1899, algunas letras de cambio de su propia compañía para transferir a Europa fondos oficiales hasta por 500000 francos, con el objeto de comprar armas para el ejército peruano. Sin embargo, los agentes europeos no aceptaron sus letras, lo cual desató un gran alboroto político, financiero y social. A Belaúnde se le arrestó y sus bienes fueron confiscados, e inclusive hubo manifestaciones públicas donde muchos fueron heridos por los sables de la policía.

Su gobierno formó parte de la república aristocrática, ya que —en este periodo— no hay cambios trascendentales en favor de la unificación de la nación. En el plano político, su gobierno estuvo dentro del margen de la Constitución de 1860. Así llegó a cumplir los cuatro años de mandato (1899-1903). Por otro lado, tuvo diversas sucesiones de gabinete por escándalos, malos manejos y cuestionamientos realizados por el Parlamento. Al no tener un partido originario, tuvo que lidiar con las pretensiones de demócratas y civilistas. Además, se había rodeado de caceristas a los cuales les había otorgado puestos militares para contrarrestar a Piérola, e, inclusive, el presidente le había encargado a Cáceres la compra de armas para el Ejército peruano en Francia.

En la política exterior, los problemas limítrofes con Bolivia —en la zona del Collao— devinieron en el Tratado de Osma-Villazón de 1902. La región en cuestión quedó sometida al arbitraje del presidente argentino Figueroa Alcorta, quien tendría que tomar en cuenta para el fallo el principio del Uti possidetis de 1810.

En el plano económico, lo más resaltante de este gobierno fue la consolidación del régimen monetario bajo la implantación definitiva del patrón de oro. La libra peruana de oro surgida en el gobierno anterior circulaba de manera restringida. Finalmente, dicho patrón se fortaleció después de tantas idas y venidas entre el Parlamento y el Ejecutivo.

La sociedad recaudadora de impuestos tuvo reformas en cuanto a la amplitud de la recaudación de impuestos. Los ingresos del estanco de la sal, creado en el gobierno anterior, fueron utilizados para la compra de armas y para pagar a los empleados públicos. Además, el sector militar obtuvo el aumento de haberes.

Para promover el incremento de la producción, se estableció un nuevo código de minas (1900), lo cual impulsó la llegada de inversiones y, en consecuencia, el Estado propició su desdén por la explotación de la minería. Un ejemplo de ello es, en 1901, la llegada de la Cerro de Pasco Corporation, de capital norteamericano, que se asentó por largo tiempo en nuestro territorio. Bajo esta lógica de mercado, se impulsa el código de aguas en 1902, que consiste en que el Estado ceda la distribución y el control de riegos a los gamonales y hacendados. Ello proporciona el incremento de una agricultura mercantil en desmedro de las comunidades campesinas. Asimismo, para 1902, se funda la Escuela Nacional de Agricultura, con lo cual se da el impulso a la tecnificación del riego y la agricultura de exportación.

Para contribuir a esta idea de impulsar el mercado, este se fortaleció con la construcción del ferrocarril de Cerro de Pasco a la Oroya y Goillarisquizga, con la inversión del capital de la Peruvian Corporation. Así la región intensificó la explotación de sus recursos.

El Ejecutivo propició la Junta de Vías Fluviales, instalada por el ministro Felipe de Osma en 1901. El objetivo fue enviar expediciones a la región oriental y proteger las empresas industriales ubicadas en esa zona. De este modo, una de las consecuencias de ello fue la afirmación de la soberanía en Madre de Dios y la fundación del Puerto Maldonado en 1902. Además, se iniciaron los proyectos de Jorge Von Hassef y Manuel Antonio Mesones, en cuanto a proyecciones de vías de comunicación e impulso económico para la zona. Asimismo, el coronel Pedro Portillo, como prefecto de Loreto, realiza un estudio fluvial de la zona que concluye en un Atlas del departamento, considerado una obra monumental.

Al terminar su periodo de gobierno, no intervino en la política peruana y regresó a Arequipa. Finalmente, Eduardo López de Romaña falleció el 26 de mayo de 1912 en Yura.

Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]



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