Biografias

Miguel Iglesias Pino

Terrateniente, político y militar quien ocupó varios cargos públicos, llegando a ser presidente de la república, cuestionado por su gestión en las negociaciones para finalizar de la guerra con Chile.


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presidente miguel iglesias pino


Nació en Cajamarca en 1829. Sus padres fueron Lorenzo Iglesias Espinach (español, procedente de Cataluña) y Rosa Pino. Fue alumno del Colegio Central de Cajamarca y luego del colegio Guadalupe de Lima. Retornó a Cajamarca hacia 1850, para apoyar en la administración de Udima, la hacienda familiar; lo cual lo convirtió, décadas después, en un poderoso terrateniente, con una importante posición social que le permitió conquistar una ascendente carrera política entre 1860 y 1883. Su trayectoria en el Estado buscó alinear los movimientos políticos de su región con los de la coyuntura nacional (fue cercano a las ideas de Nicolás de Piérola), ocupando los siguientes puestos públicos: alcalde (1860), diputado (1864), director de la beneficencia, prefecto (1865-1867, 1871), presidente del concejo departamental (1879), secretario de Guerra (1880), jefe superior político y militar de los departamentos del norte (1882) y, finalmente, presidente de la república (1883-1885).

Cabe precisar que la construcción de esta trayectoria política no estuvo libre de rivalidades con otras familias terratenientes como la de José Mercedes Puga (diputado, jefe político superior del norte y cercano políticamente al civilismo) y su hacienda La Pauca, cuyas diferencias estallaron en plena Guerra con Chile y motivó un enfrentamiento por el control de Cajamarca como región estratégica en la sierra norte. Por otro lado, ¿cómo se explica que Iglesias haya obtenido el alto puesto de presidente del Perú en medio de la Guerra del Pacífico (1879-1883)? En primer lugar, debemos indicar que esta guerra fue uno de los episodios cruciales para la historia del Perú porque fue un conflicto internacional que influyó en el devenir político y socioeconómico de nuestra patria, tras la pérdida de miles de vidas, y el desastre económico que significó la entrega a Chile de la rica provincia salitrera de Tarapacá y la firma del contrato Grace (1888). Estos factores obligaron a nuestro país a reinventarse tras la catástrofe y a plantear nuevos medios de desarrollo económico. En medio de esa situación crítica en la vida nacional, surgió uno de los gobiernos más controvertidos de la historia: el de Miguel Iglesias (1883-1885).

¿Por qué firmó Iglesias el tratado de paz con Chile? ¿Se trató solo de una acción unilateral de un caudillo en medio de la anarquía que produjo la guerra? ¿Por qué no apoyó la lucha de resistencia de Cáceres en el centro del país? ¿Fue Iglesias, un hombre, a su manera, patriota y honesto, y no fue ni un vendido ni un payaso, a pesar de sus errores y de recibir el apoyo de Chile? Para absolver estas preguntas, es importante considerar que desde la Historia se debe trascender al calificativo de traidor con el que comúnmente se califica a Iglesias e impide un análisis integral y crítico, pues la explicación de su conducta colaboracionista es más compleja y requiere una mirada interdisciplinaria.

Parte de esa explicación se encuentra en el ascenso meteórico de la carrera política de Iglesias: entre 1860 y 1870 ejerció diversos cargos de carácter regional. Como parte del gobierno de la dictadura de Piérola, fue nombrado secretario de Guerra en diciembre de 1879. En enero de 1881, estuvo a cargo de la defensa del Morro Solar (Chorrillos) en la campaña de Lima, frente a las fuerzas chilenas que atacaban Lima, en la que perdió a su hijo Alejandro en combate. Tras la batalla, se retiró de la política y se trasladó a su hacienda Udima, pero fue convencido por el contralmirante Lizardo Montero (quien residió en Cajamarca entre febrero de 1881 y febrero de 1882) para asumir el cargo de jefe político militar de los departamentos del norte, con la condición de sellar lo más pronto posible la paz con Chile. Montero le entregó el puesto que él había ejercido hasta ese momento tras ser investido como vicepresidente de la república, tras el destierro de Francisco García-Calderón.

En marzo de 1882, Iglesias sofocó una rebelión encabezada por José M. Puga y Manuel Becerra en las provincias de Hualgayoc, Chota y Jaén, y estuvo pendiente de una posible invasión chilena sobre Cajamarca, pues era conocido que existían cuarteles enemigos en las ciudades de Trujillo y Chiclayo. Ese temor se concretó en el mes de julio con la batalla de San Pablo (13 de julio), donde se trabó combate, entre fuerzas peruanas y chilenas, que culminó con una victoria, pero tuvo funestas represalias porque, días después, un escuadrón chileno ocupó Cajamarca y devastó la ciudad. Esta destrucción influyó en la nueva actitud que adoptaría Miguel Iglesias y el cisma político que produciría en el futuro: el 31 de agosto de 1882, dio el Grito de Montán, se separó del gobierno de Montero y convocó a una Asamblea del Norte.

¿Por qué tomó Iglesias esta decisión? Es posible que influyeran dos factores. Primero, como terrateniente de la sierra norte, la pérdida del salitre de Tarapacá no afectaba su hegemonía social y posición política como sí lo hacía la extensión indefinida de la guerra por la guerra de resistencia y el arruinamiento de los circuitos económicos regionales en Cajamarca. La segunda razón fue la movilización social que produjeron las guerrillas campesinas de Cáceres en el centro (Junín) y no deseaba que los campesinos indígenas tuviesen esa autonomía que ponía en riesgo la situación de los hacendados norteños. De esta forma, Iglesias asumió una posición de caudillo y fue secundada por otros terratenientes como Luis Milón Duarte en Junín.

Tras el Grito de Montán, la Asamblea del Norte nombró a Iglesias, el 30 de diciembre de 1882, como presidente regenerador de la República. De esta forma, existieron dos gobiernos paralelos: uno en Cajamarca con Iglesias y otro en Arequipa con Montero. Por otro lado, en mayo de 1883, se suscribió un protocolo preliminar de paz entre el diplomático chileno Jovino Novoa y los plenipotenciarios iglesistas (Juan Antonio de Lavalle y Mariano Castro Zaldívar). Este protocolo fue producto de largas conferencias y estuvo condicionado al humor del Gobierno chileno y a la coyuntura bélica, pues simultáneamente se buscaba exterminar la resistencia militar del general Cáceres, cuyo ejército sucumbió el 10 de julio de 1883 en Huamachuco. Para sellar la paz, el mismo ministro de Relaciones Exteriores de Chile, Luis Aldunate, viajó hacia Lima y, el 20 de octubre, se firmó el Tratado de Ancón. Días después el gobierno de Montero desapareció en Arequipa sin pena ni gloria y completamente aislado de las regiones y a nivel internacional.

En 1884, Iglesias fue ratificado por la Asamblea Constituyente como presidente provisorio de la república (1884-1885) y finalizó su gobierno tras la guerra civil entablada con Andrés A. Cáceres. Durante su gobierno, Iglesias tuvo los siguientes gabinetes ministeriales: Lorenzo Iglesias (hermano, 1883), Manuel Barinaga (1883-1884), Mariano Castro Zaldívar (familiar, 1884-1885) y Joaquín Iglesias (hermano, 1885). Como podemos apreciar, Iglesias siempre tuvo a un familiar en la Presidencia del Consejo de Ministros como un puesto de su especial confianza. Luego de dejar la presidencia de la república, se retiró a la vida privada y en el ocaso fue elegido senador, pero no se incorporó a la Cámara. Falleció en Lima, el 7 de noviembre de 1909.

En el año 2011, se produjo un hecho que causó revuelo en los medios y en la opinión pública en relación al presidente Iglesias. Se aprobó la Resolución Suprema N° 254-2011-DE que dispuso el traslado de los restos mortales del general Iglesias a la Cripta de los Héroes, ubicada en el cementerio Presbítero Maestro, en reconocimiento por sus acciones en la defensa de Lima (batallas de San Juan y Chorrillos). Este hecho, a la luz de la evidencia e información histórica disponible, es poco menos que controversial porque Iglesias profundizó la anarquía política en la que se encontraba el Perú, adoptando una posición separatista que pudo culminar de mejor manera si hubiese entregado la presidencia del Perú al momento de firmar el Tratado de Ancón (octubre de 1883). Pero esto no ocurrió, ya que Iglesias se mantuvo en el poder y abrió una nueva guerra civil que desangró al país hasta fines de 1885.

Fuente: [Presidentes y Gobernantes del Perú - Municipalidad de Lima]




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