Buenos Aires, un barrio abandonado de Trujillo, espera un milagro del papa
Aunque lo perdieron todo en inclementes inundaciones, los abandonados vecinos de Buenos Aires, un barrio de la ciudad peruana de Trujillo, se esmeraron en engalanar las calles para recibir a un ilustre visitante nacido en la homónima capital argentina: el papa Francisco.
Aunque lo perdieron todo en inclementes inundaciones, los abandonados vecinos de Buenos Aires, un barrio de la ciudad peruana de Trujillo, se esmeraron en engalanar las calles para recibir a un ilustre visitante nacido en la homónima capital argentina: el papa Francisco.
Con las inundaciones, muchas casas se vinieron abajo, por lo que hasta ahora buena parte de los hogares de este pobre barrio tienen paredes de cartón o nylon, que la brisa costera mueve permanentemente.
"Estamos esperando a ver si el papa trae bendiciones y se pueda arreglar todo lo que hemos perdido, que traiga misericordia", dice a la AFP Lidia García, mientras mira en un viejo televisor los desplazamientos de Francisco en Perú.
En su penúltimo día en Perú, el pontífice tiene previsto oficiar en Trujillo dos misas campales y recorrer el barrio más afectado por las inundaciones causadas por el fenómeno del Niño Costero, en una etapa menos política y más pastoral de su gira a Perú.
- Abandono -
Los vecinos se sienten abandonados por las autoridades, pues no se han cumplido las promesas recibidas tras el desastre de comienzos de 2017, que dejaó 136 muertos y casi 300.000 damnificados.
La ayuda para la reconstrucción ha llegado a cuentagotas y las polémicas políticas han acaparado la agenda del gobierno del presidente Pedro Pablo Kuczynski.
"Nosotros prácticamente hemos perdido todo y con la llegada del papa espero que cambie nuestra situación y que no se olvide de nosotros", dice Paola Romero.
"Nosotros estamos abandonados", agrega, resumiendo un sentimiento compartido por muchos en el barrio, símbolo de los daños que provoca el cambio climático.
Además de visitar a los atribulados vecinos de Buenos Aires, el papa oficiará una misa en una playa donde se pueden congregar unas 500.000 personas.
Es la playa de Huanchaco, en la periferia de Trujillo, un paraíso de surfistas donde los "caballitos de totora", embarcaciones tradicionales de pescadores, desafían las olas desde mucho antes de la llegada de los españoles a América.
Muchos feligreses decidieron pasar la noche en la playa, próxima al aeropuerto donde aterrizará el avión de Francisco, para esperar la misa papal en la mañana. No los amilanó la persistente llovizna que cayó el viernes al anochecer.
- Emoción y escepticismo -
Los vendedores ambulantes florecieron en la Plaza de Armas de Trujillo, en la que Francisco oficiará una segunda misa en la tarde. Toda clase de objetos y recuerdos de la visita están a la venta: rosarios, muñecos del papa, fotografías y artesanías.
Desde ciudades y pueblos de todo el norte de perú han llegado peregrinos y muchos trujillanos no ocultan su dicha por la visita de Francisco.
"La emoción es grande para todos los peruanos por la venida del papa, porque es una bendición para nosotros (...). Estamos esperando ansiosos con todo el respeto y el cariño que él se merece", indica Rosalía Chafloque.
Sin embargo, Luis Alberto Rodríguez, que habita una derruida casa de adobes en Buenos Aires, cree que las cosas no cambiarán con la visita del pontífice.
"Va a venir el papa, en ese instante se preocupan, pero después los gobernantes se olvidan y nos quedamos sin nada", dice a la AFP.
"Yo con mis propias manos voy a construir mi casa, porque no espero ayuda de nadie, señor, de nadie, nadie, nadie".
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